dimarts, 12 de febrer del 2013

EL RING DE MUNICH: UNA PUESTA EN ESCENA POLEMICA

El anillo de Munich exhibe una abundancia de medios no habituales en escena : el elemento humano como parte de la escenografía y una coreografía-ballet,  que dado su elevado coste, pocos teatros  pueden permitirse salvo, claro está, la producción propia del teatro de ópera de Munich,  una de las ciudades con más poder adquisitivo del mundo.


El equipo responsable liderado por Andreas Kriegenburg presentó una puesta en escena con ideas innovadoras, iniciativa y creatividad,  respetando (incluso en exceso) el argumento y el libreto, pero le falto coherencia y desarrollo unitario, dando la impresión, de que asistíamos a cuatro operas completamente distintas.


 Del entusiasmo  expresado por el público en Das Rheingold se pasó a la protesta en el tercer acto de Die Walküre, a la indignación en el primer acto de Siegfried y finalmente a la división de opiniones en Götterdämmerung.


El tercer acto con la cabalgata de las valquirias se inició antes de que sonara la primera nota musical, con una coreografía-ballet de bellas jóvenes que danzaban un taconeado-zapateado que imitaba el galope de los caballos.






Una  excelente idea de la coreógrafa Zenta Haerter pero.....  se alargó tanto en el tiempo  que provocó la irritación de algunos espectadores que estallaron repetidas veces con  gritos de ¡aufhören!.... ¡aufhören! (¡terminar ya!… ¡terminar de una vez!.)  Algo insólito en un público entendido, respetuoso, educado i frío como el alemán.
Unas láminas de plástico transparente que pretendían simular las aguas por las que navega Siegfried antes de rescatar Brünnhilde, idea  en principio correcta, se excede en el tiempo y acaba  rememorando  a los invernaderos del Maresme o  a los de El Ejido : un error propio de los directores de escena jóvenes (me  comentaba una buena amiga periodista) -y Kriegenburg lo es- que se recrean en sus brillantes ideas, las prolongan excesivamente y el tiempo las “oxida” y las“destroza “.

El primer acto de Siegfried es un insulto a la inteligencia del espectador: El escenógrafo Harald B.Thor quiere ser tan explícito y realista, de “lectura” tan evidente- como si se dirigiera a niños párvulitos (els pastorets)- que no deja espacio alguno para que el público utilice su imaginación. Consecuencia : algunos presentes llegaron al intermedio indignados.

-La utilización del “elemento humano “(personas) como parte de la escenografía no es nuevo, ya lo utilizaron con éxito La Fura dels Baus  sobre todo en su Anillo del 2008. En nuestro caso el escenógrafo no aporta novedad alguna salvo la acertada y muy lograda  composición del dragón Fafner.



En  Götterdämmerung la escenografía vuelve a ser elegante y adecuada, exceptuando  el sillón balancín y la mesa con la forma del signo “€” que utilizan casi todos los intérpretes: nos quieren decir que la familia de los Gibichungs son de  la alta sociedad  y están subidos en el Euro.  Absolutamente ridículo!!

Conclusión: Muchas ideas brillantes en escena pero con falta de coherencia y cuidado en el detalle.


José Luis Bruned

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