El equipo responsable liderado por
Andreas Kriegenburg presentó una puesta en escena con ideas innovadoras,
iniciativa y creatividad, respetando (incluso en exceso) el argumento y
el libreto, pero le falto coherencia y desarrollo unitario, dando la impresión,
de que asistíamos a cuatro operas completamente distintas.
Del entusiasmo expresado
por el público en Das
Rheingold se pasó a la
protesta en el tercer acto de Die
Walküre, a la indignación en el primer acto de Siegfried y finalmente a la división de
opiniones en Götterdämmerung.
El tercer acto con la cabalgata de las
valquirias se inició antes de que sonara la primera nota musical, con una
coreografía-ballet de bellas jóvenes que danzaban un taconeado-zapateado que
imitaba el galope de los caballos.
Una excelente idea de la coreógrafa Zenta
Haerter pero..... se alargó tanto en el
tiempo que provocó la irritación de
algunos espectadores que estallaron repetidas veces con gritos de ¡aufhören!.... ¡aufhören!
(¡terminar ya!… ¡terminar de una vez!.) Algo insólito en un público entendido, respetuoso, educado i frío como el alemán.
Unas láminas de plástico transparente que pretendían simular las aguas
por las que navega Siegfried antes de
rescatar Brünnhilde, idea en principio correcta, se excede en el tiempo y acaba rememorando a los invernaderos del Maresme o a los de El Ejido : un error propio de los
directores de escena jóvenes (me comentaba una buena amiga periodista) -y
Kriegenburg lo es- que se recrean en sus brillantes ideas, las prolongan
excesivamente y el tiempo las “oxida” y las“destroza “.
El primer acto de Siegfried es un insulto a la inteligencia
del espectador: El escenógrafo Harald B.Thor quiere ser tan explícito y realista,
de “lectura” tan evidente- como si se dirigiera a niños párvulitos (els pastorets)- que no deja espacio
alguno para que el público utilice su imaginación. Consecuencia : algunos
presentes llegaron al intermedio indignados.
-La utilización del “elemento
humano “(personas) como parte de la escenografía no es nuevo, ya lo utilizaron
con éxito La Fura dels
Baus sobre todo en su Anillo del
2008. En nuestro caso el escenógrafo no aporta novedad alguna salvo la acertada
y muy lograda composición del dragón Fafner.
En Götterdämmerung la escenografía
vuelve a ser elegante y adecuada, exceptuando
el sillón balancín y la mesa con la forma del signo “€” que utilizan
casi todos los intérpretes: nos quieren decir que la familia de los Gibichungs son de la alta sociedad y están subidos en el Euro. Absolutamente ridículo!!
Conclusión: Muchas
ideas brillantes en escena pero con falta de coherencia y cuidado en el
detalle.
José Luis Bruned
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