dimecres, 25 de juliol del 2012

A propósito de Wagner y Tchaikovsky.

Una de las descripciones más vívidas e interesantes de la premiere del Festival de Bayreuth en agosto de 1876 es la que realizara Tchaikovsky en dos versiones: una reseña para la prensa y otra en sus cartas personales. Ambas divergen en el tratamiento y en especial en el cómo se refiere el músico ruso a Wagner y su música. Mientras que para la prensa la música del Anillo puede resultar

...el proyecto artístico más grandioso que haya alguna vez concebido la mente humana...

en sus cartas fue capaz de escribir que trás las última notas del Götterdammerung

...sentí como si me dejaran salir de la cárcel.

Bajo esta paradoja está signado su pasmo ante Wagner y por ello le escribe también a su hermano Modest:

Los Nibelungen serán realmente una obra magnífica, pero lo seguro es que jamás fue hilado nada tan interminable y fastidioso...

Ahí está: lo "excelso" aunado al "tedio", según Tchaikovsky, claro está... ¿Qué doble-verdad lo conmovía para escribir eso... y justamente el mismo año que compone el Lago de los Cisnes y hace homenaje a Wagner con un tema extraído del Lohengrin? (véase el post anterior)

La amplia y divertidísima reseña de prensa de 1876 puede leerse en este link
http://www.tchaikovsky-research.net/en/Works/Articles/TH314/index.html del cual haremos mención a algunos detalles.

Tchaikovsky luce allí como un invitado más que observa trás bambalinas al pueblo de Bayreuth, a su gente, a las nacionalidades allí presentes, a la orquesta, los prestigiosos invitados y al propio Wagner. En especial le causa curiosidad y una sorpresa casi malsana el tema de la comida. Bayreuth parecía no estar preparado en infraestructura para aquello y según Tchaikovsky

...el pequeño pueblo se las arregló como pudo para hacer espacio y acomodar a todos sus visitantes, pero fue incapaz de alimentarlos. En consecuencia, en el mismo día de mi llegada -1 agosto- aprendí por experiencia lo que significaba luchar por un pedazo de pan.

Más adelante el tema de la comida se vuelve prácticamente una obsesión al punto de considerarlo ¡superior al propio evento artístico!!. Tchaikovsky lo coloca así:

Durante toda la duración de la primera serie de presentaciones de la Tetralogía de Wagner, el interés predominante de cada uno se había dirigido exclusivamente hacia la comida, sobrepasando de lejos en importancia cualquier interés artístico. La gente hablaba mucho más sobre bistecs, croquetas y patatas fritas que sobre la música de Wagner.

Al respecto de la música Tchaikovsky escribía en carta a Mme. von Meck su similar pasmo: una mezcla de admiración y repulsa. Cuando asiste a Die Walküre nos dice que la ejecución es excelente, que la orquesta se superó a sí misma, que los cantantes lo hicieron todo pero...

...aún así fue aburrido. ¡Qué Don Quijote es Wagner! Gasta su fuerza entera en perseguir lo imposible, aunque siempre, si se conformara con seguir la inclinación de sus extraordinarios dones, podria evocar todo un mundo de bellezas musicales. Esta dotado de genio [pero] naufragado en sus tendencias...

Ahí está: el adjetivo "extraordinario" al lado de "aburrido". Y, por supuesto, la metáfora "quijotesca" como suprema muestra de la tal paradoja. En otras palabras, Wagner como un ser cuyo talento se malgastara en molinos o Dulcineas inalcanzables, en vez de ser un poco más "Sancho" y seguir su naturalidad. La argumentación principal de Tchaikovsky gira en torno a ver a Wagner como un gran sinfonista y comprobar -según él- como el estilo sinfónico predomina sobre su estilo operístico. Así entonces para Tchaikovsky es preferible escuchar la Cabalgata en concierto que

...viendo rocas de cartón, nubes de lienzo y guerreras corriendo torpemente por el fondo.

Es decir en la sala de conciertos esta pieza (y otras) causan una "extraordinaria impresión" y "de veras creemos ver a las fieras heroínas volando en sus mágicas cabalgaduras". En resumen Tchaikovsky habla siempre como músico y parece no comulgar con la complejidad de lo literario, lo escenográfico, lo mítico y lo teatral: todo en uno con lo musical.
Sin embargo, cuando escribe para la prensa se muestra más ponderado y reconoce que aquello desborda los límites de la audición humana para entonces clamar por sucesivas audiciones:

La Tetralogía de Wagner es una obra colosal en términos de proporciones gigantescas, es tan complicada en su factura musical, tan fina y profundamente concebida y realizada, que se necesita mucho más tiempo para estudiarla y, sobretodo, uno debe escucharla más de una vez. Como todos saben, sólo luego de escuchar una obra musical varias veces es que sus méritos y fallas se te hacen claros.

Luego de 136 años lo podemos hacer. No sólo en audio sino también en video, sea en montajes canónicos o alternativos o de shock preconcebido. Y, por supuesto también en la sala de concierto... La historia de la música ha terminado por darle la razón a ambos. Nos permite comprender el pasmo de Tchaikovsky y a la vez nos permite calibrar lo que aún se considera la obra de arte más grandiosa y compleja alguna vez realizada. Una vez que Tchaikovsky decide referirse a la obra y el artista, directamente, lo hace de la siguiente manera:

Así pues, a manera de conclusión, debo decir algo sobre la impresión general que me ha dejado esta primera ejecución de Der Ring des Nibelungen. Primero, me deja una vaga recolección de muchos momentos impactantes de tipo sinfónico... Segundo, me deja una admiración respetuosa del tremendo talento de su autor y su increible riqueza técnica... Tercero, me deja una aprensión sobre si el punto de vista de Wagner sobre la ópera es correcto... Cuarto, me deja exhausto... pero a la vez me deja el deseo de seguir estudiando la más complicada obra de arte jamás escrita.

Pero donde la paradoja alcanza su punto culminante es en esta suerte de silogismo que sobre la obra wagneriana creara Tchaikovsky. Nótese que su discurso consiste en una serie de posibles "verdades" en torno al Anillo -condicionales del todo verosímiles y discutibles- para luego mostrarnos su auténtica conclusión.
Si fuera el caso que Der Ring des Nibelungen parezca aburrido en algunos momentos; si fuera el caso que hay mucho que queda confuso e incomprensible cuando se escucha por primera vez; si fuera el caso que la armonía de Wagner es, a veces, estropeada por un refinamiento excesivo e intrincado; si fuera el caso que las teorías de Wagner fueran erróneas; si fuera el caso que hay allí. detrás de su teoría, una buena dosis de inútil quijotismo [sic]; si fuera el caso que su monumental obra esté condenada a descansar el sueño eterno en las solitarias bóvedas del Festival de Bayreuth dejando atrás nada más que las memorias legendarias de una empresa gigantesca que por un momento fue el foco de atención del mundo entero; si fuera el caso que todo esto sucediera...
A esta altura la retórica de Tchaikovsky nos deja en vilo clamando por la conclusión que no puede ser otra -¡qué duda cabe!:

...todavía debe reconocerse que Der Ring des Nibelungen constituirá siempre el fenómeno más significativo en la historia del arte.

Nótese el "todavía". Es un adverbio escrito en 1876, ¡en el mismo estreno de la obra! Sin duda parece haber sido escrito con visos de futuro -como el verbo que lo sucede. Y decimos esto pues una vez han terminado los acordes finales y "todavía" es una obra titánica. En ese adverbio está concentrada la paradoja de Tchaikovsky frente a Wagner. Y, justo en ese momento, luego del acorde final, Tchaikovsky nos reseña en la prensa -con una cierta calma majestuosa que ya sabemos teñida de aquella epistolar angustia de prisionero- que acabado el Ciclo la audiencia clamaba por Wagner...

El caminó hacia el escenario e hizo un pequeño discurso que concluía con las siguientes palabras: "Han visto lo que podemos hacer, ahora toca a Uds. quererlo. Y si lo quieren, ¡entonces tendremos arte!".

¿Lo queremos? Todavía... luego hay arte.


Carlos Calderón Urreiztieta

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