El personal, vestido en traje de calle, va accediendo al
recinto donde se concentran los convocados; como en una sala de juntas de una gran
empresa alemana donde la bandera tricolor preside la estancia. Entre el público
llega Matti Salminen (74 años), que
asume el rol de Pogner, lo vemos saludando a Siegfried Jerusalem ( 79 ) que será Balthasar Zorn ,
Quien ahora aparece desde el patio de butacas es Grahan Clark(78), en la
ficción, Kunz Volgelgesang, que es saludado efusivamente por todos los presentes.
Aparece también Reiner Goldberg (80) en el papel de Ulrich Eisslinger. A sus 94
años, con expresión de energía y vitalidad, ayudándose de un bastón, sube al
escenario Franz Mazura (incansable y legendaria figura wagneriana) que asume el rol de Hans Schwarz. Mutuamente se van dando la bienvenida, todos
los Maestros allí congregados: Konrad Nachtigall, Sixtus Bekmesser, Frit
Kothner etc. Tambien llegan señoras elegantes, como Julia Kleiter que será EVA, y Katharina
Kammerloher en el rol de Magdalena, que
unidos al personal del coro y dando el rostro al público ocupan sus asientos,
en un ambiente alegre, festivo- son los días de San Juan patrón de Nürnberg- y cordial,
de comunión entre ellos y el público que llena el patio de butacas de la
Staatsoper Unter der Linden de Berlin.
Un reconocimiento a unos
cantantes que, durante los últimos 30-40 años, han triunfado en escenarios del
universo musical y nos han ofrecido tantas horas de placer y felicidad:
La brillante idea de reunir en Berlín a esos grandes de la
música, fue precisamente del Maestro Daniel Baremboim, quien a modo de bienvenida a los allí
presentes, toma la batuta y sus músicos de la Staatkapelle de Berlín, inician la Obertura de los Maestros Cantores de Nürnberg,
donde los brillantes timbres de la
orquesta, suenan a música celestial, que los oyentes acogen con religiosa
veneración. Todo un comienzo para una tarde mágica de más de 6 horas de
duración - donde el tiempo fluye sin apenas darnos cuenta- que la Directora de
Escena, Andrea Moses, ha preparado con este emocionante comienzo, para que una vez más
la realidad y la ficción, tanto en la ópera como en la vida, se entrelacen
mutuamente.
A modo de inicio del primer acto, en la iglesia
de Santa Catalina de Nürnberg (ficción), Maestros y coro cantan la “Acción de
Gracias”. Ahora, los congregados en el
escenario nos dan la espalda y en la última fila vemos a Pogner, Eva y
Magdalena entre otros. Aparece desde el patio de butacas Klaus Florian Vogt
(Walter en la ficción), que llega a la iglesia se mete al lado de Eva, e irreprimiblemente
apasionado, pasa su mano por la muy atractiva espalda semidesnuda de ella; le
desabrocha todo lo que puede, ella se vuelve… y se funden en un apasionado
beso, mientras sigue el culto de acción de gracias. Una forma muy pragmática y
actual, de señalar una parte argumental de la ópera; La lucha de Walter y Eva
para que Pogner y los maestros, acepten su relación de amor.
La escenografía, recoge ya desde el primer acto, un cartel
donde figuran las empresas que patrocinan la celebración de las fiestas de San Juan, patrono de la ciudad de Nürnberg, donde
aparece el logo de Maestros Cantores que las dirigen; es un reconocimiento de la Directora de escena, a la
pequeña y mediana empresa que forman el tejido industrial, que ha propiciado el
desarrollo de Alemania, como primera
potencia económica mundial.
Andrea Moses, también es una Maestra en su oficio de Directora de Escena, sabe combinar la tradición que pide el libreto, con la modernidad para adaptar la trama al momento actual.
Ya en el segundo acto que se inicia con la celebración de la noche de San Juan, la fiesta la sitúa en una azotea de un edificio de Berlín- podría ser en la Alexanderplatz , o la Postdamerplatz- donde grupo de jóvenes, con vestimenta y peinado punk, tatuajes, pendientes, chalecos de cuero, cadenas, celebran una especie de juerga botellón. Allí se encuentra el zapatero y poeta Hans Sachs, que parece que se presta a suministrar alguna hierba, también Walter von Stoltzing ondeando la bandera alemana, mientras las multicolores neon de la plaza, reflejan la publicidad de las empresas de Pogner, Vogelgesang, Nachtingall. Todo de rigurosa actualidad.
Del elenco de cantantes, resaltaremos al jovencísimo tenor
sudafricano Siyabonga Maqungo de 27 años
(1992) en el papel de David, Rol que normalmente lo asume un cumprimario, pero
que aquí brilló al más alto nivel. Voz potente, amplio registro, y dominio de
la técnica. Con solo 3 años de carrera (se inició en 2015-2016), se le augura
un prometedor futuro.
La joven alemana Julia Kleiter (1980) posee preciosa voz de
soprano lírica, intensidad adecuada, de elegante belleza y dramaturgia; ha
escenificado una Eva muy convincente.
Que satisfacción comprobar que a sus 74 años Matti Salminen,
de gran presencia escénica, ( Pogner en la ficción) todavía posee una bonita
voz de bajo-barítono, solo que algo mas rígida. Un verdadero placer reencontrarnos
con quien nos ha dado tardes inolvidables.
El papel de Hans Sachs es uno de los más exigentes y
extensos en el rol de bajo-barítono. Este
casting, solo lo puede sobrellevar alguien que posea una larga experiencia en
el escenario y una gran condición física: Wolfgang Koch, lo consiguió en parte. Vocalmente perfecto, fresco y relajado. Pero la ópera no solo es la voz;
dramatúrgicamente estuvo tan informal que al principio le faltó la autoridad
que se le supone al Presidente del gremio de artesanos cantores, si bien esta
solvencia la recuperó durante todo el
tercer acto, donde estuvo sobresaliente. Canta el gran monólogo en el segundo
acto con su oído sensible a los matices y el sentido de la profundidad
misteriosa de Meistersinger.
Muy bien el joven Walter von Stolzing de Klaus Florian
Vogt; con la edad su voz se ha aterciopelado y añade virilidad a su timbre hasta
ahora demasiado claro. Con su presencia física, actoral y su preciosa aria “
Morgenlich leuchtend” (Resplandor matinal),
dominó el escenario y contribuyo a la
apoteósis final¸ en un ambiente de solemnidad. Ahora la escena se ve
arropada por algunos de los edificios históricos que jalonan la preciosa
avenida Unter der Linden berlinesa, repleta de público con estandartes, escudos, banderas
alemanas y un vestuario multicolor; todos
cantan el gran coro final “Honrad a vuestros maestros alemanes” en un marco grandioso, al que una orquesta
gigantesca añade sonidos inolvidables.
Daniel Barenboim, domina el repertorio wagneriano como
nadie. Los largos años de dedicación, empezando desde muy joven por la música
de cámara, más su larga carrera como director sinfónico y su experiencia en la
dirección operística, dirige su propia
orquesta Staatkapelle de Berlín con una conducción muy atenta al detalle. En
una noche como esta, Barenboim y sus músicos son una maravilla inigualable en
el universo wagneriano.
Al final de la representación, los cantantes salen a
saludar una y otra vez entre largos aplausos y bravos. El factotum y anfitrión
del gran acontecimiento Daniel Barenboim, desde el escenario, despide
efusivamente (con un abrazo o un saludo) a los Maestros Cantores convocados para
esta noche mágica, en presencia del público que se resiste a abandonar el
recinto y no cesa de aplaudir.
UNA
APOTEOSIS ENTRE REALIDAD Y FICCIÓN!!
José Luis Bruned
Abril de 2019
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