DON CARLOS: EL VERDI MÁS WAGNERIANO.
La burguesía parisina de la época, ilustrada y
culta, apreciaba las composiciones del italiano Giuseppe Verdi, y este
correspondía con obras y argumentos que tenían como origen o destino, la
capital francesa, la más cosmopolita durante el siglo XIX:
Verdi recibió el encargo de una nueva
composición para la Ópera de París, con motivo de la segunda exposición
universal del 1867 o. La versión francesa de la ópera Don Carlos fue estrenada
en París ese mismo año. Basada en la adaptación de la obra homónima histórica
de Friedrich von Schiller, relata la
vida en la corte española de Felipe II y su matrimonio de conveniencia con la
hija del Rey de Francia, Elisabeth de Valois, con objeto de acabar con las
guerras frecuentes entre los dos estados.
Del original en francés y de larga duración
(aprox 4 horas y media), se hicieron varias versiones en italiano, hasta 6 o
incluso más- para adaptarse a las exigencias de algunos teatros- eliminando el
primer acto de Fontainebleau, y recortando algunas escenas,- decisión
desafortunada, puesto que no contribuye precisamente a la mejor comprensión del
libreto- con el objetivo de reducir en una hora el tiempo de representación. A
pesar de que históricamente, se represente con más frecuencia la versión
italiana, nosotros valoramos la original francesa, por responder a la idea
primigenia del compositor, por ser más coherente y entendedora del libreto
La Ópera de Lyon ha presentado la versión
original parisina de cinco actos, de Don Carlos, en el marco del festival
monográfico de primavera, este año dedicado a Verdi.
Tanto los libretistas Joseph Mery y Camile du
Locle, como el compositor, lograron crear una auténtica obra maestra, con el
resultado de una simbiosis entendedora. Sin duda la mejor ópera de Verdi y también
una de las destacadas de todo el repertorio operístico.
La extensión de la obra se justifica, por la
cantidad de Arias, dúos, concertantes, coros y marchas triunfales: Un compendio
“Tutto Verdi” con influencia de la música de Richard Wagner(como mas adelante
podremos comprobar), que refleja estados de tensión, emoción, poder, traición,
fustración, deslealtad, odio, fraternidad, amor imposible, falsedad, seducción,
compromiso, dolor, nostalgia, ternura, tristeza etc. En definitiva, todo un
catálogo sobre los sentimientos que conforman nuestra condición humana. La
ópera Don Carlos resulta un tratado moralista, casi filosófico, llevado a las
tablas de un teatro.
El trabajo de puesta en Escena, es de cierta complejidad,
por la necesidad de conciliar, por un lado, una dimensión intimista, que es atravesada por el hilo de la historia: por un
pueblo que sufre, los cortesanos y los monjes, y consecuentemente, mover una
gran masa de figurantes.
El director de escena de esta producción el
francés Christophe Honoré, es un intelectual, dramaturgo, director de cine
muy premiado, director de teatro, con
todavía corto recorrido como director
operístico, aunque muy interesado en profundizar en ello.
La puesta en escena, para esta producción de
Lyon, no satisfizo nuestras expectativas: Poco vistosa, incoherente, oscura-
probablemente para hacernos ver un estado de ánimo deprimente- muy estática: En el cuadro final del III acto,
correspondiente al llamado “acto de fé”, la escena se compone de tres planos superpuestos, abajo el pueblo, en
medio la corte, con el rey, y en la parte superior, el clero. Muy entendedor de
quien domina a quien, pero muy pobre en movimiento escénico, cuando la salida
triunfal del Rey y sus cortesanos, la marcha de los monjes, seguida en procesión
por el pueblo y el júbilo de la música, sugieren y hasta exigen un vivo
movimiento de toda la escena. La
escenografía es fea, dominada por muchos cortinajes y paredes negras. Tampoco
logramos entender el significado de la princesa de Éboli en silla de ruedas.
Verdi quiso una composición, con el esquema de
la “Gran Opera” parisina de la época que siempre incluía un ballet, que no tiene nada que ver con el
argumento de la obra y que normalmente no se representa. En esta producción,
Honoré lo incluye aunque reducido en tiempo, con resultado dudoso: Una
pantomima del pueblo bailando como una
“yenka” con cuatro bailarines haciendo todo tipo de contorsiones que no se corresponden
en absoluto al ballet.
En cambio, vocal y musicalmente este Don Carlos
de Lyon alcanzó el máximo nivel de excelencia:
El barítono francés, Stéphane Degout, formado
en el Conservatorio Superior de música y perfeccionado en el taller de música
de la Ópera de Lyon, es asiduo en esta casa. Su Rodrigo fue de referencia, ya
en el temprano dúo con Don Carlos, “Dieu, tu semas dans nos âmes” del segundo
acto, y especialmente, en el aria final del IV acto “C’est mon jour supreme,
Échangeons l’adiu solenne” donde se despide del mundo y de Don Carlos.
La figura del gran Inquisidor, refleja, la
primacía del poder político de la iglesia sobre el el rey, sometido al dictado
de aquella. Roberto Scandiuzzi, que con Felipe II ha hecho el rol de su vida,
en esta producción, borda con maestría y su voz de bajo profundo, el papel de Gran
Inquisidor.
Michele Pertusi, como Felipe II, -después de
conocer que su esposa Elisabeth, ama a
Don Carlos y no a él- describe a través
de una meditación profunda, apoyado en una mesa repleta de documentos y con la
luz de las candelas a punto de consumirse, al alba y como saliendo de un sueño,
su aria “Elle ne m’aime pas “ la mas destacada del repertorio para bajo, donde
Pertusi alcanza una notas increíblemente bajas.
El aria de mezzo-soprano del IV acto cantada
por la Princesa de Éboli, es sin duda la mejor de todo el repertorio verdiano,
la suiza de Ginebra Eve-Maud Hubeaux- Asidua en Lyon- de bonita voz, cálida,aterciopelada,
redondeó una gran actuación y fue muy
aplaudida
El aria de Elisabeth al inicio del V acto; con un largo prólogo musical,
donde rechaza las vanidades del mundo, fue de excelente interpretación en la
voz de la soprano inglesa Sally Matthews.
En esta representación del Don Carlos, el alto
nivel interpretativo de la orquesta y cantantes, se debe al buen hacer y
profesionalidad del joven director musical, Daniele Rustioni, jefe permanente
de la Ópera de Lyon, de tradición en el encumbramiento de grandes directores
que, posteriormente, han hecho carrera en el circuito internacional-John Eliot
Gárdiner, Kent Nagano, Ivan Fischer, Kazushi Ono - El milanés, (del que se dice
es el nuevo Claudio Abbado) ya en estos momentos se le considera un gran
director, a la altura de grandes de la batuta que empezaron a destacar desde
muy jóvenes, como el granadino Pablo Heras
Casado, el inglés Daniel Harding o el Venezolano Gustavo Dudamel
Cuando Verdi estrenó don Carlos en París en
1867, su contemporáneo Richard Wagner ya había compuesto algunas de sus óperas
como Lohengrin y Tristán e Isolda. Es evidente la influencia del compositor germano
en la música del de Busseto: La ópera Don Carlos, con una duración de casi
cinco horas, incluye hasta 50 leitmotivs (motivos conductores)- que el
espectador atento va descubriendo-. Es el Verdi mas wagneriano!!
Jose Luis Bruned
Marzo 2018.
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