El Teatro Real de Madrid ha representado la
ópera el Prigioniero-estreno en
España- de Luigi Dallapícola como parte de un programa doble del que resultó
para nosotros el descubrimiento de su creador.
Luigi Dallapícola fué el renovador de la
música italiana de la 1ª mitad del siglo 20 y el importador del dodecafonismo; desde su primera juventud, su vida
transcurrió en la época convulsa de la reciente historia europea.
Nació en 1904 en Ístria, enclave perteneciente
al entonces imperio austro-húngaro y que
después formaría parte de Italia y actualmente de Croacia.
A su padre se le consideró activista pro-italiano
y toda la familia sufrió una aguda represión política que en 1918 en plena
guerra mundial les llevó deportados a
Graz; estas amargas vicisitudes marcarían al joven Luigi para toda su vida.
Su trayectoria
artística quedó definida en 1924 cuando escucho por primera vez Pierrot Lunaire de Arnold Schönberg dirigida
por el propio autor y que supuso el inicio de una relación posterior. En 1934
conoció a Alban Berg- del que admiraba su obra Wozzeck-y también a Anton Webern.
Su música puede definirse como diatónica
atonal y dodecafónica con un desarrollo original muy personal de los recursos
tomados de sus admiradores de la 2ª escuela de Viena.
La ascensión de los fascismos en Europa en
1938 y la posterior escalada de violencia con el estallido de la 2ª guerra
mundial, marcaran un período
profundamente pesimista en el que nuestro compositor trabajará en la ópera el Prigioniero (1944-1948) que trata del
lamento de un preso político que sufre la “tortura por la esperanza” y que con
el tipo de música descrita agudiza el drama que acabará con la muerte del personaje.
Una ópera dirigida musicalmente y con competencia
por Ingo Metzmacher y que sirvió para recordarnos su magnífica dirección de Die Soldaten en Salzburgo, precisamente similar musical y argumentalmente al Prigioniero.
La puesta en escena es la más coherente y
digna de las que hemos visto firmada por Lluis Pascual.
Deborah Polaski magnífica en el papel de madre
por voz y por edad y Vito Priante en el de prisionero realzaron una magnífica
representación que en muchos aspectos nos conecta con aquel programa doble Janacek- Bartok en lo
que fue la mejor interpretación que conocemos del tenor Michael König, firmado
por La Fura dels
Baus y coproducido por el Liceu y la Ópera de Paris-Palais Garnier.
En la colaboración entre el Real y el Liceu
está prevista-si la crisis no lo impide- la representación Barcelona de esta magnífica
ópera, que los aficionados catalanes estaremos de enhorabuena si la podemos
disfrutar.
José Luis Bruned
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