Por suerte siguen habiendo compositores que,
gracias a su vitalidad creativa, nos ofrecen obras musicales integradas en los
tiempos actuales. Otra cosa, es que nosotros, espectadores receptores
potenciales, estemos dispuestos a aceptarlas como tales.
Es difícil imaginarse un cinéfilo que solo le
interese el cine clásico y rechace la
películas actuales, igual que un
aficionado a la lectura, que solo le interese la literatura rusa del siglo XIX,
o el amante de la pintura que se emocione únicamente con la pintura renacentista,
Todo melómano, debería aceptar una producción musical contemporánea :
1-Con disposición abierta y positiva a nuevos
descubrimientos.-
2- Asumiendo, si es preciso, un esfuerzo
inicial de entendimiento.
En el mes de febrero, hemos podido asistir
a
dos estrenos absolutos en España de dos óperas del siglo XXI.
En
Madrid, el 19 de febrero, disPLACE,
de Joan Magrané ( n. 1988) y Raquel García Tomás ( n.1984) ,
barceloneses los dos. Estrenada en Viena el 1 de septiembre del 2015
En Barcelona, el 27 de febrero, Quartett de Luca Francisconi nacido en Milán en 1956.y estrenada en La
Scala en 2011.
Las dos óperas tienen en común un libreto que trata del distanciamiento de pareja:
-La pareja,
que por motivos de “mejora de su estatus” en una sociedad actual competitiva, provoca una
aguda crisis por falta de diálogo: (Tiempo
- Actividad frenética del marido). (disPLACE)
- la crisis de la pareja, aislada en su mundo,
que en lugar de dialogar “se machacan mutuamente” recurriendo al acoso sado- masoquista-
sexual (Quartett).
disPLACE
es una ópera de pequeño formato, que después de estrenarse en Viena, pasó por
el Centro Santa Mónica de Barcelona en el mes de diciembre, ( en la
programación oficial el Liceu no la incluyo, cosa que si hizo el teatro Real
) y pudimos asistir a su representación
en la Sala Negra de los Teatros del
Canal de Madrid, un espacio muy adecuado para esta ópera de cámara.
El libreto de Helena Tornero trata un tema
fascinante: La situación de dos parejas –desdobladas en los mismos cantantes- que viven en un mismo
piso del ensanche de Barcelona en dos espacios de tiempo diferentes:
El primer acto, explica la relación de pareja,
condicionada por el éxito del marido, que con su fanfarronería por el
reconocimiento social alcanzado, acaba en explosión y ruptura. El segundo acto
presenta una situación en un tiempo anterior, en el mismo piso: Una pareja,
venida a menos por efectos de la crisis económica, muy
enamorada que dialogan, demuestran empatía y una excelente comunicación, ha de asumir un desahucio por falta de pago. La escena nos
muestra la que será su última noche, antes
de ser desalojados del piso y que
acabará en suicidio, precisamente en el balcón, donde, en previsión de
lo que va a suceder, les esperan los medios de comunicación para registrarlo en
tiempo real (Evidencia de la crueldad de
los mas-media).
El argumento no puede ser de más actualidad.
La música es ejecutada por un dúo-viola y
violoncelo – a cargo de Sophia Goidinger y Bárbara Ricabona, dirigidas por
Vinicius Kattak miembros del Ensemble Phace, formado por 11músicos, con
residencia en Viena y dedicados desde los años 90 a la música contemporánea.
La pareja de cantantes- actores, formada por
Sebastien Soules y Elena Copons ,completa una actuación de excelencia, destacando el extraordinario
trabajo de la fémina:
La carrera de la Tarrasense Elena Copons, pese
a su juventud, es fulgurante. Ha completado su formación y carrera fuera de
nuestro país y desde su residencia
habitual en Viena, cosecha éxitos en recitales y funciones de ópera por toda Europa.
Recordamos su paso por el Monegal, justo hace un año, con el ciclo de Lied Dichterliebe (Amor de
poeta) de Robert Schumann y su reciente
destacada actuación en las Bodas de Fígaro de Mozart en el Liceu de Barcelona.
QUARTETT
En la génesis de esta ópera, han colaborado
estrechamente, el compositor Luca Francisconi y el director de escena Alex
Oller, de la Fura del Baus. Una situación de privilegio, que no se da con
óperas de otras épocas.
El furero y su grupo, desde sus inicios en la
escenificación de óperas- con El martirio de San Sebastián de Debussy o La
Atlántida de Falla, introdujeron la video filmación y desarrollaron ocasionalmente
otras técnicas de artes plásticas ( algunas colaboraciones de Jaume Plensa)-han
metamorfoseado la puesta en escena, contribuyendo a eliminar el concepto de “Opera como pieza
de museo”, con apuestas rupturistas e innovadoras:
Para representar el aislamiento de la pareja protagonista de
Quartett, el escenógrafo Alfons Flores, nos presenta dos espacios bien
definidos:
El espacio interior, donde se desarrolla la
acción, formado un cubo rectangular de aprox 2000 kilos de
peso, suspendido en el espacio
escénico, totalmente aislado , sujeto solamente por unos finos alambres,
similares a radios de rueda de bicicleta, que contribuye a escenificar el
aislamiento en su propio mundo de la pareja protagonista .
El espacio exterior, donde se desarrollan los
acontecimientos ajenos a la pareja protagonista.
Excelente el dúo de cantantes-actores, formado por Allison Cook y el tenor Robin
Adams, bien dirigidos musicalmente por Peter Rundel.
La
música de corte atonal, dodecafónica, y electrónica, con una parte en
directo y otra pregrabada, no estuvo a la altura de la extraordinaria puesta en escena.
Como en montajes anteriores, Alex Oller y la
Fura dels Baus contribuyeron a una excelente noche de ópera.
Quartet ha sido última oportunidad de poder ver en el Liceu algo nuevo, diferente e innovador: Este fue el último
título que contrató Joan Matabosch –Su
programación pues se la debemos a él -
como Director Artístico del teatro de la Rambla, quien como consecuencia de la representación
en el Liceu de “le Grand Macabre” de Liguetti, participó en el encuentro en Barcelona de
Francisconi y Oller en la gestación de Quartett, se mostró interesado y
contrato la obra.
Esto señores… se acabo!!, a tenor de la
programación 2017-2018 que precisamente
se ha dado a conocer en estos días. El
equipo rector del Liceu, apuesta por la masiva presencia de ópera italiana, olvidándose del equilibrio de títulos necesario que exige un
teatro sufragado con dinero público, busca solo el entretenimiento facilón, el éxito de
taquilla, y a los cruceristas que recalen en Barcelona.
La dirección del Liceu sin un proyecto de futuro, se olvida que el objetivo de un teatro de ópera
debe de ser la difusión de LA CULTURA (con
mayúscula) , por encima (que también )
de cuadrar los números.
Los que queramos seguir disfrutando de la ópera
en un futuro próximo, no tendremos más remedio
movernos y viajar; por suerte hay
teatros con otra forma de pensar
y programar.
Barcelona
marzo 2.017
José Luis Bruned
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