L EMPERADOR DE LA ATLÁNTIDA (2)
(o la fuerza del espíritu creativo en situaciones límite.)
El compositor Viktor Ullmann (1898-1944) fue confinado al gueto de Terezin, en la ciudad amurallada Terezinstadt al sur de Praga, anexionada al III Reich alemán durante el nazismo, que fue construida como fortaleza militar por el emperador José II, y donde fueron hacinados hasta 140.000 judíos- la ciudad tenía capacidad para unos 10.000-donde vivían en condiciones infra humanas.
Viktor Ulmann se casó por tercera vez en 1941 y en 1942 junto con su mujer Elisabeth y una de sus hijas del primer matrimonio, son deportados a Terezin.
En esta fortaleza militar, los deportados judíos eran de una cierta élite social: Artistas, intelectuales, estudiosos, profesionales… que se auto organizaban sin la presencia aparente de las temibles SS que se ocupaban únicamente del control básico.
En este entorno excepcional de forma de vida- después de superar una larga fase depresiva antes de su internamiento en el gueto judío- Viktor Ullmann, demostró
una gran fuerza vital, para componer, en menos de 3 años (1942-1944), Der Kaiser von Atlantis (El Emperador de la Atlántida) una ópera de cámara- lo de Madrid es otra cosa- para 18 instrumentos musicales y 7 personajes. Todo acorde con las disponibilidades limitadísimas de Terezin. Por lo tanto, todos los elementos que integran la obra, nos quieren expresar la cruda realidad del entorno en que fue concebido. Mensaje que el compositor quiere transmitir en su ópera, y que la producción del Teatro Real desvirtúa, como mas adelante explicaremos.
El argumento, es la historia de un emperador neurótico y perturbado que decide declarar la guerra total ( Goebels la proclamo precisamente en 1943) en una clara sátira al régimen Nazi.
La Muerte, que tiene el monopolio, se revela, decide hacer huelga y nadie morirá. Al final, el Emperador y la muerte, negocian y todo vuelve a la normalidad a condición que aquel sea el primero en morir.
La ópera no llegó a representarse nunca en Terezin, se hacen especulaciones sobre la posible censura, y que el argumento sarcástico de la obra fuera la causa que Victor Ullmann fuera trasladado al campo de Auschwitz en 1944 y llevado a la cámara de gas sólo dos días después de su llegada.
Así y todo, la ópera pudo salvarse, pues el compositor hizo entrega del manuscrito a su amigo de infortunio Emil Uritz, bibliotecario que consiguió milagrosamente salvar su vida. El Emperador de la Atlántida, se estreno finalmente, en diciembre de 1975 en el teatro Bellevue de Ámsterdam.
La música que se escucha en esta ópera, nunca pasa los límites de la tonalidad y por lo tanto es distinta a la que en Moses und Aron, nos propone su maestro y amigo Arnold Schönberg. El estilo musical tendrá influencias posteriores en Kurt Weill, Paul Hindemith, los sucesores de Ullmann, quien hace de puente musical entre estos y aquel. Se oyen fragmentos de cabaret del Berlín de los años 20, que fue en muchos casos el elemento argumental del trío Weill, Brech,y Lotte Lehmann, (ópera “Esplendor y caida de la ciudad de Mahagonny”, con los ciclos de canciones adicionales) exponente musical de esa época en la capital de centro Europa. Pero Vicktor Ullmann compone una música más oscura, severa y contenida, influenciada por las condiciones en que la escribió.
La versión original de esta ópera, sin los aditamentos ni arreglos musicales hechos por Pedro Halffter para esta versión del Teatro Real, la pudimos ver en marzo de este año, dentro del “Festival per la Humanité”, en el Theatre Nacional Populaire, en un barrio periférico de Lyón, espacio adecuado para el tamaño de la obra, donde los 18 músicos compartían escenario con los dramaturgos.
La versión del Teatro Real de Madrid, resulta una obra totalmente diferente a la diseñada por Viktor Ullmann y de la que pudimos ver en la capital del Ródano:
El Director musical Pedro Halffter, incluye tres obras a modo de prólogo:
-Canto de amor y muerte del corneta Christopf Rilke.
-Adagio in memoriam de Ana Frank.
-Pequeña obertura para el Emperador de la Atlántida
Añadidos a la obra propiamente dicha der Kaiser von Atlantis.
Con estos aditamentos, de dudosa oportunidad, se pasa a doblar la duración de la obra, resultando un argumento incoherente que es negativo para entender la puesta en escena de Gustavo Tambascio.
En lo musical, Halffter modifica la orquestación inicial para 18 instrumentistas, ampliándola para una gran orquesta (86 músicos), desvirtuando la idea inicial del compositor, quitando el color que da a su música la intervención de varios músicos solistas, y convirtiendo el contenido en una especie de masa musical de corte wagneriano,
Debemos aplaudir el tesón y esfuerzo del director musical Pedro Halffter, por programar y darnos a conocer la música degenerada escrita en un periodo muy convulsivo del siglo XX, pero sus arreglos programáticos y musicales, de dudosa oportunidad, consiguen inicialmente aspectos emocionales (una gran orquesta suena bien al oído), que una pausada reflexión posterior, nos lleva a desaprobar.
José Luis Bruned
Julio de 2016
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