En las aficiones que han impulsado mi vida hacia un desarrollo positivo, siempre hay alguien que me transmitió las suyas apasionadamente.
Gerard Mortier un apasionado de la vida, la cultura y la ópera, irradiaba entusiasmo contagioso en los varios encuentros que tuve el privilegio de participar: Tres recepciones en Salzburgo con Amics del Liceu, un encuentro personal con motivo de un cóctel que organizó Fedora ( Federación Europea de Opera), durante la trienal del Rhur en el 2002, o el último casualmente en el Teatro Real septiembre del 2010, con motivo de la representación de su ópera fetiche “Ascenso y caida de la ciudad de Mahagonny” de Kurt Weill y libreto de Bertolt Brech.: una ácida
crítica del capitalismo feroz en una sociedad ávida de dinero y placeres pero adoleciendo de valores humanos, que antes tuvimos ocasión de ver en el festival de Salzburgo en 1996
Gerard Mortier fue un hombre accesible amable y de una gran sencillez.
Agitador cultural a lo largo de toda su vida: Ya en su primera etapa del Teatro de la Monnaie de Bruselas donde dio a conocer y elevo al estrellato al compositor Philippe Boesmans, junto al director de escena Luc Bondy programando sus nuevas óperas tan fuera de repertorio como Reigen, Wintermärchen (otra vez Shakespeare)- que tuvimos la suerte de ver en el Liceu- o bien Julie estrenada en La Monnaie y de reposición en el pequeño teatro “bombonera” du Jeu de Paume en Aix en Provenza.
En el año1992 se traslada a Salzburgo con “su revolución cultural” precisamente para sustituir al legendario y conservador director artístico Herbert von Karajan hijo predilecto de la ciudad. Allí fue donde tuvo que librar una gran batalla por su innovadora programación y su enfrentamiento con directores e intérpretes, divos intocables de otra época, por suerte ya superada en gran parte gracias a él , dejando a la sociedad salzburgesa y a los espectadores divididos entre defensores y detractores, pero dándonos a conocer nuevas maneras de entender e interpretar la ópera.
Gracias a la creatividad de Mortier pudimos descubrir obras, compositores y directores de escena nuevos, casi desconocidos hasta entonces y fuera de repertorio:
Olivier Messiaen y su San Francisco de Asís con puesta en escena de Peter Sellars que luego repetiría en el Ruhr, en Paris y en Madrid, siempre en espacios diferentes del teatro de ópera tradicional.
Ferriuccio Bussoni y su Doctor Fausto con Peter Mussbach y un joven Thomas Hampson en estado de gloria.O Hector Berlioz tambien con su Faust y el descubrimiento y ascenso de la Fura dels Baus como Direccion de escena,
Lèos Jánacek con su Katia Kavánova, Jenufa o el Caso Makropoulos que después ampliaría en Paris con Diario de un desaparecido (otra vez los “Fureros” en la escena) y La casa de los muertos y La zorrita astuta. Es decir: “Todo Jánacek”; el compositor preferido de Mortier que dio a conocer a sus seguidores melómanos
En Salzburgo marcaron época directores de escena como Herbert Wernicke con su espectacular, Rosenkavalier, Boris Goudonov, Fidelio y Don Carlo- En esta ocasión Rodrigo de Posa fue el barítono malagueño Carlos Alvarez quien nada mas empezar ya llegó al cenit de su carrera -. Y directores musicales que fueron descubiertos por el Director de Gante: unos jóvenes Valery Gergiev, Sylvain Cambreling o Kent Nagano
Aunque en Salzburgo Mortier no fue especialmente exitoso con las operas de Mozart, destacaremos dos de imborrable recuerdo: En 1997 la Flauta mágica de Achinn Freyer, -Un auténtico circo con la Reina de la noche de una principiante Natalie Dessay cantando en un trapecio y Matthias Goerne un Papageno subido a una bicicleta imposible-Dirigiendo por Christoph von Dohnányi a la Filarmónica de Viena. Reposición llevada un año después al recinto ferial , para demostrar que se puede hacer ópera en cualquier sitio, no necesariamente en un teatro. Y un Rapto en el Serrallo de puesta en escena con reminiscencias árabes y dirección de un joven Marc Minkowski y sus Musiciens du Louvre. Todo un descubrimiento que esta vez fue representado en el patio de la Residencia en Salzburgo otra vez fuera de un teatro convencional.
Sus innovaciones siguieron en la Trienal del Rhur en Bochun donde para representar las óperas rehabilitó una gran nave industrial- Gigante caído, símbolo de la industrializacion de Alemania en el siglo XIX, época de la industria básica del hierro y carbón- vacía y vieja donde el deteriodo era evidente y las ratas rondaban a sus anchas- y la convirtió en un centro cultural de referencia hoy en Wesfalia : la famosa Jahrhunderthale.
Destacadas del paso del director artístico belga en su estancia en Bochun serían San Francisco de Asís de Olivier Messiaen que repitirá en el Palacio de Cristal Casa de Campo de Madrid y una Flauta Mágica con La Fura dels Baus, con Sylvian Cambreling como director musical llevada después al Teatro Real..
De su paso por París destacar El Tristan e Isolda de Bill Viola y Peter Sellars , magnífica producción que pudimos ver el pasado febrero en Madrid, donde el trabajo de video de Bill Viola se elevó a la máxima expresión del arte. De impacto fue el Cardillach y Matis der Mahler de Paul Hindemith o El Parsifal del 2008 dirigido por Marc Albrecht.
En Madrid Mortier siguió con sus ideas innovadoras y polémicas- no dejando a nadie indiferente-.Fue cuestionado y rechazado por un amplio sector de público- como en Salzburgo- que no supo apreciar su amplitud de miras en las atrevidas programaciones y descubrimiento de nuevos valores. Los que somos admiradores de su trabajo, hemos tenido el privilegio de poder asistir a varias representaciones en el Teatro Real: Iolanda y Persephone, Eugeni Oneguin, Lady Macbeth de Mtsenst, Il Prisionero, The Indian Queen, que confirman el trabajo de un director artístico honesto y ético, que en los últimos 35 años ha logrado cambiar el paradigma de la ópera.
Unas células cancerígenas destruyeron su páncreas y su cuerpo, pero sus neuronas cerebrales muy activas, nos han dejado un legado cultural extenso y un pequeño gran libro – Dramaturgia de una pasión, Akal música2010- de recomendada lectura, donde Mortier nos deja su testamento cultural y operístico.
A los amantes de la ópera nos llena de dolor la pérdida de Gerard Mortier. Debemos estarle agradecidos por su exitosa labor, muy dura y llena de obstáculos, que ha ejercido con valentía y rigor a lo largo de toda su vida. Descanse en paz.
José Luis Bruned
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