dimarts, 6 de novembre del 2012

ANNE SCHWANEWILMS CANTA STRAUSS

Cuando la crisis aprieta y hace desprogramar títulos de referencia, como la ópera de Richard Strauss prevista para este noviembre en el Liceu que in extremis ha sido reemplazada parcialmente por el Tristán e Isolda (..) de Donizetti, L’elisir  d’amore, bueno será alimentar el “gusanillo” con algo que nos caiga a mano.
El sello Orfeo acaba de publicar un recital de Anne Schwanewilms con la Orquesta de la Ópera de Colonia dirigida por Markus Stenz, en donde se incluyen las Cuatro últimas canciones y fragmentos de Arabella, Capriccio y Der Rosenkavalier, del genial compositor de Baviera.
Sabemos que las Cuatro últimas canciones representan el testamento musical de Strauss. En sus 23 minutos de duración está lo esencial de su música, pero lo novedoso está en el orden de presentación del disco que lo hace realmente didáctico para el oyente. El ingeniero de grabación, Jens Schünemann, ordena los contenidos inversamente a la creación cronológica, como si el compositor, regresando del túnel del tiempo, fuera repartiendo las exquisitas células musicales de sus últimos lieder en los diferentes extractos de óperas que nos presenta. Así se ve claro, cómo y por qué, estos últimos trabajos contienen lo esencial de la sabiduría musical straussiana.
Anne Schwanewilms es la cantante Straussiana del momento, en plena madurez de su carrera, unida a una belleza melancólica y una voz muy digna,es la adecuada para los  roles de soprano en las óperas y canciones de Richard Strauss --aunque no deberemos compararla con sus antecesoras como Elisabeth Schwarzkopf, Gundula Janowitz u otras.
En el primero de los cuatro lied, Frühling (Primavera) es donde Schwanewilms tiene más dificultades con el registro agudo más alto. Para alcanzarlo, lo fuerza, resultando un sonido metálico pobre, estridente y poco extenso, que le afecta algo al legato y fraseo.
Pero superado el segundo, Septiembre, en las dos últimas y sublimes canciones crepusculares. "Beim Schlafengehen" (Al irme a dormir) y la preciosa "Im Abendrot" (En el crepúsculo), la soprano del Ruhr se desenvuelve con una elegancia y arte exquisitos.
En los extractos de ópera que le siguen, preciosos musicalmente y muy bien cantados  por Anne Schwanewilms, volvemos a descubrir y constatar, la importancia y esmero que Richard Strauss da al texto de sus obras. En Capriccio plantea si en una ópera debe predominar el texto o la música, debate que la condesa Schwanewilms expone al final de la ópera, en un impresionante monólogo de 17 minutos de duración --cantado con gusto exquisito en lo musical y en lo literario.
El debate queda en tablas y no quiere decidirse por ninguno de los dos pretendientes: Olivier el poeta que encarna el texto o bien Flamand el músico. Los ama a los dos.
Un buen antídoto para superar el tedio que produjo el texto-argumento de La forza del destino recientemente representada en el Liceu. Lástima que Verdi no sobreviviera a Richard Strauss.

José Luis Bruned


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