divendres, 27 d’abril del 2012

¡’MUSICA DEGENERADA’… POR FAVOR!

Después de la desafortunada decisión por parte del Gran Teatre del Liceu de anular las óperas de Zemlinsky programadas para este mes de abril y agradeciendo al Grup Wagner “el sucedáneo para liceístas inconformistas” (R-Massagué) sus Visions sobre Der Zwerg del pasado 16 de abril, algunos, para remediar el dique seco en el que nos metió su Director General  Joan Francesc Marco, decidimos viajar a Bilbao para disfrutar de la entartete Musik (música degenerada) de Die tote Stadt (La ciudad muerta) de Erich Wolfgang Korngold.
Marietta's lied es el aria que nos llevaríamos a una isla desierta. Su audición siempre consigue tocar las fibras que producen una emoción indescifrable, y el 21 de abril, día del estreno, Emily Magee, hizo una interpretación memorable, de referencia, fue la que cosechó el gran éxito y ovaciones en las tablas del Palacio Euskalduna. Sin duda acumula la experiencia en el rol de sus actuaciones en San Francisco, Viena y otras ciudades; es una delicia verla y escucharla. Definitivamente, esa noche nos reconciliamos con la soprano americana.
El tenor Robert Dean Smith, acostumbra a ser irregular. En ocasiones se reserva para después, si conviene, emplearse a fondo y entonces es espectacular, brillante, como lo fue en su Ariadna auf Naxos en Baden-Baden de este año, y también en su solo final de la ópera en Bilbao, que estuvo simplemente sensacional. Se comprende pues porqué a algunos no les acaba de cuadrar este tenor de Kansas. Pero el Bacus de la ópera de Strauss y el de Paul en la de Korngold son papeles de corta duración. En pocos meses, tendremos ocasión de comprobar y comparar como Dean Smith gestiona sus recursos vocales en el extenuante Tristan de Bayreuth y Barcelona
Extraordinario el joven barítono Tommi Hakala, en su doble papel; su voz es potente, bonita, llena de armónicos. En el de Rank del segundo acto, lleno de emoción, especialmente en la escena del aria de Pierrot, Mein Sehnen mein Wahnen (Mi anhelo, mi ilusión) una bella y cautivadora melodía, donde Korngold nos sorprende con un guiño a la opereta vienesa.


Muy vista y amortizada la producción del gran Willy Decker, que ha dado vueltas por todo el  mundo, después de su estreno en Salzburgo en 2004. No obstante, las escenas oníricas del segundo acto junto con la procesión por Brujas del tercero, son todavía impactantes y capaces de despertar emociones.
Pero en Die tote Stadt lo onírico y lo real se entremezclan y es difícil entender donde acaba lo uno y empieza lo otro; no existe línea divisoria, como ocurre en nuestra propia vida .Así nos lo dan a entender compositor y dramaturgo, siguiendo el camino que nos muestra Sigmund Freud en la obra Traumdeutung (La interpretación de los sueños).


José Luis Bruned

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